martes, 9 de noviembre de 2010

En la oscuridad

La noche se enrollo en mi nuca y cerré los ojos. Pero nadie vino a arroparme. Aquel gigante que me acompañó, que hizo de mi lo que soy, que me enseñó lo que era el coraje con una sonrisa, se fue sin despedirse. O tal vez sí lo hizo.
Hoy vivo en la oscuridad. Camino tanteando lo que me entrega el día: responsabilidades, rabia, amagos de sonrisas, tristeza, rastros de optimismo. Pero trato, lo intento, no me doy por vencida aunque duela su ausencia.
Sesenta días hace que se fue al otro lado del mar y la tormenta arrecia en mi cada vez que recuerdo su sonrisa cómplice. Ahora entiendo que la separación es un sentimiento que viene sin manual.
Papá, espero tu abrazo desde esta orilla. Todos los días. Te amo.

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